Las revoluciones liberales nos dieron como consecuencia el
capitalismo. Este sistema económico, basado en la competencia, fue lo que llevó
a la carrera imperial. Aunque no debemos creer que solo este tiene un aspecto económico. Su lado social
tiene una gran cantidad de variantes. Por ejemplo el nacionalismo, emparentado
con las ideas clásicas de fines del siglo XIX, sumadas al naturalismo social (Darwinismo
social) nos dejan como idea clave la competencia desmedida entre los Estados
nacionales que se iban conformando en la Europa de finales del siglo XIX y
principios del XX.
El movimiento revolucionario (liberal) pronto se quedaría
sin el sustento libertador y pasaría a mostrar solo su cara competitiva, en
cuanto al poder de ganar mercado. Potencias como Inglaterra y Francia habían
copado dicho mercado. Esto dispuso un lugar relegado para potencias enormes en
ascenso, como el caso de Alemania. La necesidad de ganar mercado trae como
consecuencia, la necesidad de prepararse para ganarlo. Es así como a finales
del XIX se inicia una carrera armamentística que culminará en la primera guerra
mundial en 1914. El sistema de alianzas que llevó a esta contienda se fue
gestando en ese periodo de gestación. La “paz armada” la “belle epoque” son los
rasgos salientes que explican esta contienda. El bienestar que se vive por
estos años en Europa se traduce en ambición de los Estados nacionales. Esta ambición
es respaldada mediante la necesaria industria armamentística. Como no existían
guerras directas de gran calibre, se vivía en una relativa paz, pero los mismos
Estados gozaban de esta paz preparándose para una guerra inevitable, por ello
se armaban. Los europeos de aquellos años “danzaban sobre un volcán”.
Finalmente la guerra estalló, y lo que se pensó duraría
algunas semanas duró años. La salida de Rusia, por la revolución Bolchevique
pateó el tablero. Pero lo pateó aún más
el ingreso de EEUU en 1917, para el lado de los aliados. Italia, aliada
estratégica de Alemania, años antes, rompió este acuerdo tradicional e ingresó
a la guerra, también, del lado de los aliados. Así la Entente, se debilitó. Y en
1918, debe rendirse, Alemania, sometiéndose un año después a la “Paz de
Versalles” donde queda una Italia vencedora en la guerra y perdedora en la paz,
altamente rencorosa. Y queda, también, una Alemania sumergida en la más grande
de las miserias.
De estos movimientos surgirán, en el mundo Europeo, los
gobiernos totalitarios del siglo XX que llevarán a la segunda guerra mundial.
Pablo Splawski
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