martes, 24 de junio de 2014

La Argentina es un país conservador.

Los conservadores son aquellos que tienen el poder político y económico en un determinado sector y desde luego se niegan a largarlo (esto es lógico, ¿quién lo haría?) para conservarlo deben ser muy astutos a la hora de leer los signos sociales y presentarse legítimos ante la sociedad. A mediados del siglo XIX fueron caudillos acaudalados, a finales del mismo se presentaron como los dueños del poder económico incipiente “ganaderos” y conformaron la oligarquía en conjunto con el Estado nacional. Siempre se llamaron, a sí mismos, “La Patria”. Lentamente el poder político fue tomando diferentes formas y surgieron partidos políticos como la UCR y luego el Peronismo. La oligarquía, entonces, quedó relegada al poder económico (que para nada es poco) y desde ahí condicionó al poder político. Es así como se entiende la cantidad de golpes de Estado en nuestro país. Por esta razón, enfrentarse y enjuiciar a los militares en 1983 era algo realmente jodido para Alfonsín. Era meterse, de forma directa con el poder económico. Era tratar de romper con la hegemonía conservadora. El peronismo de aquellos días, decidió NO acompañar a la CONADEP (o sea, estaba en contra de juzgar a los militares).Aún así se Los enjuició y se los metió presos a los jerarcas de la dictadura. Obviamente, el poder conservador tenía grandes influencias y casi nos arrebata la democracia una vez más. Así surgen las leyes de obediencia debida y punto final. Pero este movimiento de tablero que hizo el presidente  fue un golpe de muerte para esta forma de ejercer el poder que tenían los conservadores. Alfonsín había dado el paso, había que seguirlo. Pero la situación económica lo desarmó. Y ganó Menem, llegó nuevamente el peronismo. Y con él, el indulto a los militares. Paso elemental para recomponer la relación con el poder conservador (una muestra de buena voluntad, digamos). Desde luego en esta dirección van todas las reformas neoliberales, el poder conservador se reafirmó notablemente. Cambió de color pero fue más conservador que nunca. Era ilógico pensar eso, pero ser peronista fue ser conservador. El mundo se neoliberalizó, y la principal oposición, la UCR, fue tornando para centro y se dedicó a ser básicamente parlamentaria. Lejos de las luchas nobles que Alfonsín seguía pregonando. Es así como el Menemismo consolidó al poder oligárquico en cada eslabón del Estado, en cada municipio que controló. Cada puntero responde a alguien más arriba y este, sucesivamente, a otro. Ése último está vinculado con el poder que hace años cae en las mismas manos o familias y de ninguna manera lo quieren soltar.


                                                             Pablo Splawski

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