En la década del 20 EEUU vivía una expansión económica formidable,
basada principalmente en la situación de posguerra que beneficiaba al país americano.
Si bien es cierto que esta misma situación de posguerra complicaba la
comercialización con Alemania, no debemos perder de vista que la situación, de
este último, era vital en el planeamiento económico de EEUU y los países
centrales europeos, como Francia e Inglaterra. Ya que según se dispuso en la
paz de Versalles los pagos de la vencida Alemania serían el motor que
reactivaría alas potencias ganadoras
afrontando los gastos de recuperación, contraídos con EEUU, de Inglaterra y
Francia.
Recordemos que EEUU por su extensión y condiciones, en 1920, producía
más de lo que podía consumir. Esto beneficiaba las exportaciones, y prácticamente
no había cosa que debiera importar. La situación internacional favorecía a la
economía norteamericana y los hombres de negocios comenzaban a ganar posiciones
relevantes dentro de la política interna del estado. Un ejemplo de ello son los
impuestos con los que se gravaron a las importaciones, que según la
bibliografía consultada, no tenían rezón económica si no más bien política,
siendo espacio conquistado por estos hombres que encarnaban la nueva elite
económica productiva y financiera.
Uno de los factores del crecimiento industrial fue la implementación de
la cadena de montaje. Debemos aclarar que esta misma no se podría haber
aplicado en caso que la demanda de productos sea escasa o insuficiente. Este es
el punto más importante, tal vez, siendo que la población norteamericana
demandaba productos o se encontraba con una cierta predisposición al consumo.
Entonces cuando Ford masivizó el uso de la cadena de montaje no fue tan
revolucionario como la implantación de pagar 5 dólares por hora a sus empleados, cuando el mercado
laboral pagaba mucho menos. Esto ayuda a incrementar el consumo y
consecuentemente la producción. Además la industria automotriz en conjunto con
el incremento del uso de energía fueron el motor del crecimiento. Estas dos
actividades incrementaban el consumo, por ser novedosas, y sobre todo generaban
industrias complementarias con sus consecuencias beneficiosas para la economía
interna estimulando el gasto y consecuentemente la producción general.
Entonces, el mercado se incrementaba. Pero Ford tuvo una mirada excepcional al
integrar el mercado de consumo automovilístico al sector rural que hasta el
momento se mantenía relativamente al margen. Así revoluciona el mercado con el
modelo “T”.
En definitiva el motor de la industria fue la automotriz que en conjunto
con otras suplementarias dieron un empuje sin precedentes a la economía. A su
vez, la población contribuyó absorbiendo el excedente producido ya que, como
vimos, por razones culturales o anteriores se encontraba predispuesto al
consumo.
Prof. Pablo Splawski.
Prof. Pablo Splawski.
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