martes, 22 de mayo de 2012

Los 90, mezcla de Ferrari y patillas con desocupación e índices altos.


En la década del 90 los conflictos sociales son numerosos, aunque si tendríamos que hacer un esfuerzo para unificar las razones podríamos enmarcarlas dentro del proceso de neo liberalización a la que fue sometida la republica en la década del peronismo menemista.
Lo novedoso en este periodo es la forma de lucha y la significatividad de las mismas. Hablamos de una tasa de combatividad muy alta y sin embargo los métodos de lucha tradicionales, como las huelgas obreras fueron considerables recién en 1997. Luego de 1995 el coletazo del efecto tequila, provocó que el movimiento obrero o los sectores en pugnas salariales se vieran en una situación muy compleja. Ya que, la crisis financiera agudizó la crítica situación económica e hizo aún más inestable las relaciones laborares que enmarcadas en un contexto de flexibilización laboral dejaban al desnudo al sector asalariado. Por lo tanto es lógico que si tomamos los índices del INDEC, cuando todavía tenía un dejo de credibilidad, vemos que el menemismo dejó a la Argentina con una desocupación alta en dos dígitos. Esto provocó un sentimiento de inseguridad laboral fortaleciendo a la patronal y al sector financiero por sobre el asalariado común. No olvidemos que la flexibilización mencionada ponía al trabajador en una situación de desprotección nunca vista en la república desde que adquirió la suma de derechos laborales. En este contexto, y ante la imposibilidad de actuar como lo había hecho históricamente  el asalariado debió recurrir a otro tipo de métodos para combatir este tipo de medidas que minaban sus intereses.
Sin embrago, antes de tratar las novedosas formas de protesta debemos recordar las diferencias dentro de la CGT. Esta se encontraba dominada por un grupo de inclinación “vandorista” golpear y negociar. A esto se contrapone la organización sindical CTA en la cual surge un aspecto novedoso, la concepción de la lucha salarial como una reivindicación a las necesidades sociales y la solidaridad con los sectores postergados. Se desprendía la idea de que la lucha pacifica organizada trasciende las barreras de lo sindical para ser eminentemente social.
De este último concepto nos sale una posible relación con los métodos no ortodoxos de protesta que tienen que ver con manifestaciones  llamativas como murgas, radios, ollas  populares y cualquier otra expresión cultural en la vía pública para determinar una conducta consecuente contra un hecho en particular. Así se tejen los hilos para llegar a un exponente, único y muy argentino, de reclamo como lo es el piquete. En el momento en que nada parecía dar resultado, el sentimiento de que los medios de comunicación no toman en cuenta  algunos sectores daba la necesidad de estos excluidos de hacerse oír a como de lugar.
Así podemos ver como lentamente se van ensamblando las dos posturas de protesta la una, tradicional con la otra no tradicional. Las coyunturas políticas y económicas pusieron de manifiesto la necesidad de cambio en las expresiones sociales y estos mismos son los que en el siglo XXI dan origen a numerosos grupos políticos que van a actuar como células de reclamo y acción. 


                                                                                                                 Prof. Pablo Splawski.

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