En la década del 90 los conflictos sociales
son numerosos, aunque si tendríamos que hacer un esfuerzo para unificar las
razones podríamos enmarcarlas dentro del proceso de neo liberalización a la que
fue sometida la republica en la década del peronismo menemista.
Lo novedoso en este periodo es la forma de lucha
y la significatividad de las mismas. Hablamos de una tasa de combatividad muy
alta y sin embargo los métodos de lucha tradicionales, como las huelgas obreras
fueron considerables recién en 1997. Luego de 1995 el coletazo del efecto
tequila, provocó que el movimiento obrero o los sectores en pugnas salariales
se vieran en una situación muy compleja. Ya que, la crisis financiera agudizó
la crítica situación económica e hizo aún más inestable las relaciones
laborares que enmarcadas en un contexto de flexibilización laboral dejaban al
desnudo al sector asalariado. Por lo tanto es lógico que si tomamos los índices
del INDEC, cuando todavía tenía un dejo de credibilidad, vemos que el menemismo
dejó a la Argentina con una desocupación alta en dos dígitos. Esto provocó un
sentimiento de inseguridad laboral fortaleciendo a la patronal y al sector
financiero por sobre el asalariado común. No olvidemos que la flexibilización
mencionada ponía al trabajador en una situación de desprotección nunca vista en
la república desde que adquirió la suma de derechos laborales. En este
contexto, y ante la imposibilidad de actuar como lo había hecho
históricamente el asalariado debió
recurrir a otro tipo de métodos para combatir este tipo de medidas que minaban
sus intereses.
Sin embrago, antes de tratar las novedosas
formas de protesta debemos recordar las diferencias dentro de la CGT. Esta se
encontraba dominada por un grupo de inclinación “vandorista” golpear y
negociar. A esto se contrapone la organización sindical CTA en la cual surge un
aspecto novedoso, la concepción de la lucha salarial como una reivindicación a
las necesidades sociales y la solidaridad con los sectores postergados. Se
desprendía la idea de que la lucha pacifica organizada trasciende las barreras
de lo sindical para ser eminentemente social.
De este último concepto nos sale una posible
relación con los métodos no ortodoxos de protesta que tienen que ver con
manifestaciones llamativas como murgas,
radios, ollas populares y cualquier otra
expresión cultural en la vía pública para determinar una conducta consecuente
contra un hecho en particular. Así se tejen los hilos para llegar a un
exponente, único y muy argentino, de reclamo como lo es el piquete. En el
momento en que nada parecía dar resultado, el sentimiento de que los medios de
comunicación no toman en cuenta algunos
sectores daba la necesidad de estos excluidos de hacerse oír a como de lugar.
Así podemos ver como lentamente se van
ensamblando las dos posturas de protesta la una, tradicional con la otra no
tradicional. Las coyunturas políticas y económicas pusieron de manifiesto la
necesidad de cambio en las expresiones sociales y estos mismos son los que en
el siglo XXI dan origen a numerosos grupos políticos que van a actuar como
células de reclamo y acción.
Prof. Pablo Splawski.
Prof. Pablo Splawski.
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