Con la caída del peronismo se estableció la supremacía
militar con la cual se llevó adelante un período de larga crisis institucional
en la que los militares fueron el factor de poder más importante. Los gobiernos
democráticos que existieron en este período fueron, en realidad, una excusa
para legitimar internacionalmente una institucionalidad que permita, entre
otras cosas, generar confianza para atraer inversiones.
Lo cierto es que durante este lapso de tiempo el partido
peronista, muy convocante, estaba proscripto. Sus seguidores se van a ir
dividiendo en ramas de origen y a su vez de acuerdo a diferentes estrategias.
El peronismo fue muy fuerte en las fábricas, tenía un predicamento muy fuerte
en un sector amplio de los jóvenes que lograron penetrar en diversos sectores
en los cuales la hostilidad al movimiento era moneda corriente. Uno de esos
sectores fue la iglesia. El movimiento de los curas del tercer mundo, va a ser captando en gran medida
por el espíritu de estos jóvenes peronistas.
Los sindicatos, eran el bastión de la resistencia peronista.
Sin embrago, a mediados de la década del 60, surgió la una nueva línea dentro
del movimiento que planteaba el “peronismo sin Perón” su líder era el
sindicalista Augusto Timoteo Vandor. Este experimento no va obtener los
resultados esperados, y más aún cuando Vandor apoya a la dictadura de Onganía. La
estrategia vandorista dividió a los sindicalistas entre los que planteaban el
peronismo sin Perón y aquellos que deseaban la vuelta del líder en el exilio.
Lejos de estos líderes históricos del peronismo. Estaba la
juventud Peronista (en adelante JP). Por
definición toda juventud es rebelde y revolucionaria. Las medidas que van a
impregnarse en este sector del movimiento son las de la lucha armada. Innumerables
grupos surgieron en esta tendencia; el MNRT, FAP, FARP. Aunque sin ninguna duda
la más importante de todas, y que termina nucleando a las demás es MONTONEROS. Iniciados
en el 70 esta organización para militar
realizó secuestros extorsivos, asesinatos y atentados con la intención de
financiarse y fundamentalmente lograr el anhelo de la masa peronista: la vuelta
del “viejo” (Perón). El asesinato del dictador Aramburu fue obra de MONTONEROS
y de esa manera irrumpieron en la actividad pública.
El sector tradicional del peronismo en los sindicatos había
desplazado al vandorismo. El sindicalismo justicialista, que también se
nucleaba con organizaciones paramilitares, no logró nunca una unión con la JP. Esa
diferencia se fue marcando cada vez más a través de los años. Hasta diferenciarse
tanto que ambos no se reconocían en el mismo movimiento.
Perón, por su parte alentaba a todos los sectores que le juraran
lealtad. “la vida por Perón” era el lema que repetían estas personas que mantuvieron
viva la llama del movimiento mientras su líder no encontraba la forma de
regresar. Este estimulaba todo tipo de acción que debilitara a quien este
gobernando, desde las huelgas pacíficas hasta los atentados provocados por las organizaciones
que hacían llamarse Guerrilleras. Sin embargo, aclaro, la guerrilla tenía un
componente extraño al peronismo. Estos eran el ERP, de orientación guevarista,
luchaban con métodos violentos para lograr un estado comunista basándose en la
experiencia de la revolución cubana de Fidel Castro.
Por otro lado seguían los partidos demócratas, este sector
estaba encabezado por la UCR, que seguía su intento de gobernar de acuerdo a
las leyes establecidas en la constitución. Es muy honorable el intento del
presidente Illia. Sin embargo, en esos
días la argentina vivía una época de violencia extrema fogoneada por la
disponibilidad de armas que gracias a la guerra fría disponía todo el tercer
mundo. Para hacerle frente a esos grupos que se organizaban mediante las armas,
estaban los militares.
Las fuerzas armadas (en adelante FFAA) eran el grupo de
mayor peso, y por lo tanto gobernó de hecho durante este periodo. Desde el 55
hasta el 83 las FFAA tuvieron el poder efectivo independientemente de quien
este en el poder.
Como verás, existían tres grandes grupos de poder; las FFAA,
el peronismo (con sus divisiones internas) y los partidos políticos
democráticos. A este periodo lo
entenderemos como el “empate” ya que
ninguno de estos polos de poder logra imponerse de forma duradera sobre los
otros. Estos años de pulseadas son los que van a determinar la violencia
extrema que lleva a la argentina a uno de los años más duros de nuestra
historia. La guerra entre compatriotas llega a un extremo jamás pensado a
partir de la muerte de Perón en el 74. Si en el ambiente argentino ya había
olor a sangre, a partir de aquí, será nauseabundo.
Pablo Splawski